Recuerdo, cuando tenía siete años de edad y cursaba el transición así se llamaba ése entonces, lo que ahora se denomina el primer grado de primaria, mi profesora o sñorita como la llamábamos era la señorita más linda y más dulce y buena que he conocido hasta hoy, era muy alegre y sobre todo nos quería a todos sus cuarenta y ocho alumnos que éramos en ese grado, a cada uno de nosotros nos llamaba de nuestro propio nombre.
Recuerdo que un día nos hizo escribir una plana completa en nuestros cuadernitos lo siguiente: A TODOS EN GENERAL DEBO LLAMARLOS DE SUS PROPIOS NOMBRES, JAMÁS PONERLES APODOS", y tras que escribíamos cada palabra lo repetíamos para que se nos grabe, y, una vez que hemos terminado todos nuestra plana, nos hacía escifinar la frase, cada uno escogía a través de un juego un compañero o compañerita de salón y nos saludábamos con nuestros propios nombres, así se repetía el juego hasta que todos saludábamos a todos.
Aquellas lecciones aprendidas de muy niña en una escuelita de barrio, donde estudiábamos cada uno con nuestra propia carpeta, porque era tan pobre la escuelita que cada uno tenía que llevar su mesita y su silla o banquita para sentarse, es decir la escuelita apenar tenía el cuartito hecho por nuestros padres a base de madera, piso de tierra y techo de crisneja, pero sí teniamos a la mejor profesora del mundo.
Nunca olvido sus enseñanzas de mi maestra, y cada cosita que me enseñó trató de aplicarlos a la vida real, es así que en las oportunidades que tengo de compartir con mis alumnos, mis compañeros, mis hijos, mis amigos, les cuento esta pequeña historia y trato de que entiendan el mensaje. Es muy importante éste secreto a todas las personas debemos llamarlos de su propio nombre, jamás llamarlos de un apodo, aunque otros lo hagan, pero yo debo llamarlo de su propio nombre, porque a nadie le gusta los apodos. Si logramos aplicar esto en nuestra vida estaremos ganando muchísimos amigos.
Querid@s amig@s muchísimas gracias por deternerse. Su amiga de siempre, Candela
Recuerdo que un día nos hizo escribir una plana completa en nuestros cuadernitos lo siguiente: A TODOS EN GENERAL DEBO LLAMARLOS DE SUS PROPIOS NOMBRES, JAMÁS PONERLES APODOS", y tras que escribíamos cada palabra lo repetíamos para que se nos grabe, y, una vez que hemos terminado todos nuestra plana, nos hacía escifinar la frase, cada uno escogía a través de un juego un compañero o compañerita de salón y nos saludábamos con nuestros propios nombres, así se repetía el juego hasta que todos saludábamos a todos.
Aquellas lecciones aprendidas de muy niña en una escuelita de barrio, donde estudiábamos cada uno con nuestra propia carpeta, porque era tan pobre la escuelita que cada uno tenía que llevar su mesita y su silla o banquita para sentarse, es decir la escuelita apenar tenía el cuartito hecho por nuestros padres a base de madera, piso de tierra y techo de crisneja, pero sí teniamos a la mejor profesora del mundo.
Nunca olvido sus enseñanzas de mi maestra, y cada cosita que me enseñó trató de aplicarlos a la vida real, es así que en las oportunidades que tengo de compartir con mis alumnos, mis compañeros, mis hijos, mis amigos, les cuento esta pequeña historia y trato de que entiendan el mensaje. Es muy importante éste secreto a todas las personas debemos llamarlos de su propio nombre, jamás llamarlos de un apodo, aunque otros lo hagan, pero yo debo llamarlo de su propio nombre, porque a nadie le gusta los apodos. Si logramos aplicar esto en nuestra vida estaremos ganando muchísimos amigos.
Querid@s amig@s muchísimas gracias por deternerse. Su amiga de siempre, Candela
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